domingo, 24 de octubre de 2010

DESEOS

- Guarda silencio, o nos van a oír- susurro Tita, Rodriguito se frotó los ojos, y cuando iba a decir algo: se cubrió la boca.

- Mira ¿ves?- preguntó la abuela

- ¡¿Qué?!- susurro el niño y volvió a tapar su pequeña boca.

- Esa luz, azul, mira son ellos.

- El niño quito sus pequeñas manos de su boca, volvió a frotarse los ojos, y los abrió muy grandes, como lunas y entonces los vio.

- Si es muy bonita, ¿pero qué es Tita?

- No hables fuerte, porque si no se van a ir.

- Ooohh, mira Tita, ahí están ya las puedo ver, son muy bonitas, ¡también son verdes!

- Si querido, también son verdes- comento complacida la anciana

- Oye, ¿si pido un deseo me lo cumplirán?-preguntó el pequeño

- No lo creo, no son estrellas fugaces- explicó la anciana.

- No importa, lo voy hacer, que tal si son genios y se quieren escapar de la botella.

- La voy abrir- dijo Tita.

- No porque los genios se pueden ir, además siempre engañan, te conceden tres deseos, y luego no te lo dan, no, no los dejes, no todos son buenos- señaló alarmado el niño.

- Tita señaló en un tono calmado- No te preocupes mi niño, no son genios, son….

- ¡¿QUÉ SON?! ¿QUÉ SON?- pregunta el niño, inquieto comienza a brincar.

- Son deseos pedidos.

- ¿Deseos pedidos?. No entiendo- apuntó el niño moviendo su cabeza de lado.

- Si son los suspiros de los niños, los sueños, las galletas de chocolate, y los relatos de los abuelos - enumeró Tita con una voz, de gente que lo sabe todo, porque ella, lo sabe todo, o al menos, para el niño ella lo sabe todo.

- Entonces déjalos ir, porque sí se quedan ahí no se van a cumplir -refirió el niño con voz calmada, pues Tita nunca se equivocaba para el niño.

- Bien, ayúdame- las manos de ella, ya no eran lo fuerte que habían sido, pero no le preocupaba, pues las manos del niño eran las suyas, el niño con sus pequeñas manos abrió el frasco, pero antes lo escondió.

- Sí los voy a dejar ir, sólo una miradita, son muy bonitas, ¿verdad Tita?

- Si mi pequeño son muy bonitas, pero hay que dejarlas ir, para que otros las puedan ver.

- Oye Tita y ahí ¿irá mí deseo?

- Sí, por supuesto. - Aseguró la anciana.

- Y….. ¿cuál es?-expusó intrigado el niño.

- El qué vuele más alto- explicó con voz de miel la anciana

- Y brille más- grito el niño e inmediatamente tapo su boca.

- Perdón, se me olvidó.- murmuro el niño apenado

- No te preocupes, mira ya se van- apunto con su dedo viejo al cielo, Tita

- Mira ahí va mi deseo es el más alto-se levantó el niño como queriendo alcanzar el cielo

- Y el más brillante- dijo Tita.

- ¿Sabes qué pedí?- volteó el niño a mirar a Tita

- Los deseos no se dicen, porque sí no se cumplen. –señaló la anciana

- El mío ya se cumplió, tú estás aquí.- dijo Rodrigo.

Tita y Rodrigo, se quedaron ahí… viendo las luciérnagas volar.